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No confesionalidad. El colegio, en sus principios filosóficos, religiosos, políticos, éticos y morales, no se acoge a ninguna doctrina determinada.
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Integración y no-discriminación. Entendemos que uno de nuestros principios básicos debe de ser el de la integración en la institución escolar de todos aquellos que soliciten su ingreso en el Centro, sin discriminar a ningún alumno por sus características raciales, sociales o capacidades personales.
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Coeducación. Se favorecerá la integración y participación equilibrada de ambos sexos.
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Igualdad de género: Se promoverá la reversión de roles y prejuicios asociados al género.
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Formación integral de los alumnos y alumnas. Los alumnos y alumnas asisten a este Centro para recibir una educación en el más amplio de los sentidos: una formación científica (adquisición de conocimientos, habilidades y desarrollo de las capacidades que les sirvan de capacitación como futuros trabajadores/as), junto a una educación en valores, procurando el pleno desarrollo de su personalidad y de su capacidad para vivir en sociedad.
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Participación y colaboración de toda la comunidad educativa. Entendemos que el proceso educativo se basa en la colaboración más estrecha entre el niño como educando y los padres y maestros como educadores. Este triángulo debe mantener una colaboración permanente para alcanzar los objetivos propuestos.
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La convivencia democrática. Si algún principio debe destacar en el ámbito educativo a la hora de formar parte de una sociedad, ese es el de la convivencia democrática. El respeto de los derechos de todos y cada uno de los miembros de la comunidad escolar así como el cumplimiento de nuestros deberes nos conducirá a una convivencia armónica.
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La paz, la cooperación y la solidaridad. Educar en estos principios nos obliga a desterrar todo tipo de violencia como forma de relación social, así como a propiciar la ayuda, el intercambio y la solidaridad para construir una sociedad que viva en armonía.
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El respeto y la defensa de la naturaleza. El medio natural es único e insustituible. De ahí que sea imprescindible inculcar en todos los niños y niñas – protagonistas de la sociedad del futuro- el amor al mismo y una actitud de respeto y defensa de todos los recursos y elementos que lo conforman.
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Trabajo en colaboración del profesorado. El trabajo del profesorado estará debidamente coordinado y será el resultado de la reflexión, la puesta en común y la toma de decisiones en equipo.
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Capacidad de innovación. La comunidad educativa en su conjunto y el profesorado en particular, mantendrán una actitud abierta a las innovaciones, los cambios y los requerimientos que partan de los distintos ámbitos de la sociedad: las familias, el barrio, el municipio... o desde los distintos campos del conocimiento: el mundo de las ciencias y de la tecnología, la comunicación, las artes, la economía, etc.
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Autoridad. Toda actividad realizada por un grupo humano, como la actividad escolar, requiere una persona que coordine y dirija dicha labor. En este caso, corresponde a todos y a cada uno de los profesores ejercer dicha autoridad como consecuencia del respeto mutuo entre los miembros de la comunidad.
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Apertura al entorno. El Centro se encuentra abierto a la actuación y colaboración de todas aquellas instituciones, organizaciones o empresas, de carácter público o privado, que contribuyan al cumplimiento de los objetivos propuestos en este proyecto educativo. Estas colaboraciones en ningún caso interferirán el normal desarrollo de las actividades programadas en el centro, ni supondrán promoción personal o comercial de la entidad colaboradora. Tampoco se permitirá la utilización o instrumentalización de los alumnos y alumnas con fines comerciales.
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Gestión participativa del Centro. Con independencia de lo establecido en la normativa vigente, la gestión del Centro se basará en el principio de participación democrática, propiciando la colaboración, la aportación de iniciativas y propuestas, y repartiendo responsabilidades entre los miembros de la comunidad educativa.
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Democratizar el éxito. Entendemos como democratización del éxito el conseguir, con la aplicación del principio de equidad, que los alumnos más desfavorecidos en el ámbito intelectual o social reciban más apoyo tendiendo a evitar los riesgos de fracaso escolar. Así como que aquellos alumnos con altas capacidades reciban la atención adecuada a sus características.
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Cultura del esfuerzo como medio de desarrollo personal. Hacer el aprendizaje más atractivo para nuestros alumnos no implica renunciar al concepto de esfuerzo, puesto que sin él no hay aprendizaje.